El pasado mes de noviembre, el Poder Ejecutivo oficializó el nombramiento de María Hinostroza Pereyra como ministra de Salud. Ella es médica cirujana, y se ha desempeñado anteriormente como directora de Salud Policial, cuya gestión -según medios oficiales- se ha destacado por la redefinición de roles entre las instituciones administradoras de fondos de aseguramiento en salud (IAFAS) y el fondo de aseguramiento en salud de la PNP (SALUDPOL). Tiene además estudios en maestría en salud pública con mención en gestión hospitalaria y la especialidad en neurocirugía.
Durante el periodo en la Dirección de la Sanidad Policial, se ha destacado el hecho de adquirir una importante cantidad de equipamiento médico, con el fin de complementar el nuevo complejo hospitalario. En una entrevista hecha en ese entonces, declaró: “Velamos por la salud de nuestros efectivos. Estamos haciendo un cambio total, no queremos que nuestro sistema de salud sea estático y pasivo, sino funcional e integral. Me gustaría que los peruanos comprendan a nuestra policía..."
En este contexto, más allá de averiguar los pormenores que hicieron decidir al Ejecutivo su nominación en el cargo, es necesario conocer cuál es la percepción de la nueva Ministra sobre los principales problemas sanitarios, si cuenta con un plan que permita encaminar los avanzado y corregir lo que genera obstáculo y, sobre todo, con el apoyo técnico y político que en estas instancias se requiere.
Y mencionamos estos puntos dado que las actividades que viene realizando -y las que vaya a desarrollar el año entrante- van a definir el perfil de acción del Ministerio, cuya preocupación principal debería residir en no continuar con el método del piloto automático, receta infalible en aquellos casos donde las ideas e iniciativas escasean. Esto en relación también con actuales coyunturas institucionales que procuran demostrar que el MINSA viene desarrollando el rol de ente rector que se le reclamaba. El problema radica cuando aquellas intenciones quedan solamente en compromisos firmados en papel.
Y esto lo mencionamos también debido a que, en los últimos decenios, la salud pública no ha sido una prioridad política, cuyos cambios propuestos en la actualidad necesitan de mayores recursos financieros y mejor gestión, esto aunado a la urgencia de contar con un plan de trabajo coherente con los alcances de la propuestas aprobadas y, como en otras ocasiones se ha pedido al ministerio,se presente a la opinión pública lo que se piensa hacer de manera ordenada y planificada..
En ese sentido, la existencia de un plan que sea orientado a mejorar la gestión en salud es necesario, así como el apoyo político para su ejecución, esto en relación a que la actual gestión recibirá presiones de grupos de poder fácticos que manejan el mercado sanitario a nivel del suministro de medicamentos y dispositivos, además del papel que juegan en la apliación de normativas orientadas a la alimentación saludable. Por otro lado, la presencia de un nuevo congreso hará que deba rendir cuentas de su gestión en un corto plazo. Lo que debe primar en este aspecto es la prioridad de la mayoría de la población, requiriendo así un enfoque comunitario que no esté sujeto necesariamente a lo que se dicta fuera de nuestras fronteras, y que mas bien promueva una mayor participación ciudadana y del personal sanitario, con el fin de proveer de la salud que el país necesita.
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