En un artículo reciente de El Comercio, se hace referencia sobre el promedio en el cual hacen ejercicio de funciones los Directores Generales de los Ministerios del Estado, los cuales duran poco más de seis meses siendo, como señala la publicación, los Ministerios con mayor orientación colectiva quienes han sufrido más este vaivén.
Lo que llama la atención en esta noticia es que resalta la necesidad de contar con cuadros técnicos quienes aseguran la continuidad de la política y actividades dispuestas por los ministerios y éstos, a su vez, por el Poder Ejecutivo. Y de aquí parte esta interrogante: ¿No será más bien que, siendo ajeno a los movimientos sociales y las demandas de la población, estos grupos no hacen sino aislar a sus cabezas de lo que realmente debe cambiarse a nivel de la conducción de un gobierno?
Y decimos esto debido a que existen lineamientos supuestamente acordados por todas las fuerzas políticas y sociales del país desde hace 17 años -el Acuerdo Nacional-, quienes se han comprometido a cumplirlas en caso de ser gobierno; promesa que se ve rota al observarse que los mandatos de turno han sido empujados más bien por la coyuntura y por el personalismo. Y esto más aún considerando que dentro del acuerdo se han puesto las condiciones y metas mínimas para contribuir a los objetivos generales, pero que en cara al bicentenario se ha evidenciado su inaplicabilidad, esto en muchos casos por la falta de contacto con lo que sucede alrededor de donde se desarrollan las actividades que lo sostienen.
Entonces, ¿Acaso no es necesario repensar la finalidad del Acuerdo Nacional? ¿Acaso no es necesario reorientarla en función a las necesidades latentes de la ciudadanía? ¿Acaso no es necesario ver las experiencias pasadas y tomar aprendizaje de ellas para generar una mejor redistribución de recursos en vez de recaer en ajustes que sólo asfixian los que menos tienen? ¿Se debe esperar algo más?
Muchas de las limitaciones se ven en el llano, pero aún buscan ser resueltos en gabinete. Es momento de mirar estas dificultades desde más abajo y tener la serenidad para resolverlos (sin caer en efectismos), redefiniendo con ello los lineamientos y ampliando sus beneficios a quienes más lo necesitan
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